Lo primero que tuve que hacer cuando conocí a Lucas fue averiguar qué era un pokemon…
¡Cuánta ignorancia!, pensaréis. Sí, sí, pero yo no tengo hijos y nunca me he interesado por esas cosas, ya que lo mío es más bien el teatro y la literatura clásica.
Claro que alguna vez había oído hablar de los pokemon. Todo lo que me constaba era que se trataba de algún muñeco o juguete para niños o algo por el estilo.
Cuando te pones a investigar, descubres que pokemon nació como un videojuego, pero hoy día se ha extendido y puedes encontrar muñecos, camisetas, juegos de cartas, series de TV e infinidad de productos pokemon. Se trata hoy de una franquicia mundialmente conocida, que hace muy poco celebró su décimo aniversario.
Los pokemon son unos seres a los que hay que capturar y enseñar. Unas veces se parecen a animales y otras a criaturas mitológicas.
Y son todo unos personajes, a los que uno entrena para atacar, convirtiéndote así en un auténtico entrenador pokemon.
Una tarde, hace cuatro meses, que fui a dar un romántico paseo con Lucas, me dijo que tenía algo importante que contarme y que podría afectar a nuestra relación.
En seguida pensé en cosas terribles como extrañas tendencias sexuales, alguna enfermedad terminal, o un estado civil no confesado.
Reconozco que soy tremendista, pero apunto estuve de decirle que no quería saber y de salir corriendo.
Es que aún me duraba el último impacto que sufrí con mi anterior pareja: después de diez años juntos, me explicó que era homosexual y que sólo le gustaban los hombres… ¿por qué entonces había estado diez años saliendo conmigo si soy una mujer? Su respuesta no facilitó las cosas: “pues no tengo ni la más remota idea, Marta”.
Cuando Lucas entonces me contó su secreto, al principio creí que se estaba quedando conmigo:
“Yo soy campeón mundial de Pokemon Go, y por eso necesito que creas en mí y te descargues el pokemon go apk ahora mismo”.
No os podéis hacer una idea del diálogo de besugos que mantuvimos a continuación durante quince minutos, porque Lucas pensaba que me burlaba de él, pero nada de eso: mi única preocupación fue saber si aquella enfermedad era o no contagiosa y si me la podía haber transmitido en nuestros besos.
Él no podía concebir que yo confundiera un pokemon con una enfermedad contagiosa de transmisión sexual, pero no era culpa mía: yo desconocía todo sobre el juego.
Cuando al fin conseguí convencerle de que no me reía de él, me explicó de qué se trataba y me ayudó a descargar pokemon go.
Aunque soy una pésima jugadora, al menos aprendí las reglas y me concentré en varias partidas al día. Así pude entender mejor el mundo de Lucas y con qué pasión vivía sus campeonatos de Pokemon go.
Lucas dice que el mayor sueño de su vida fue siempre ser entrenador de artes marciales, como su padre.
Pero una lesión grave en la rodilla, le impidió dar rienda suelta a su sueño.
Y fue entonces encontró en Pokemon go el cauce para canalizar sus deseos frustrados y eso le hizo muy feliz.
Tanto aprendió y tanto disfrutó, que hoy día es el campeón mundial.
Y yo estoy muy orgullosa de ser la novia del campeón mundial de Pokemon Go, qué queréis que os diga.
Nadie juega como mi Lucas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.